Como fauna en celo hemos visto a los representantes del pueblo pelearse en más de una ocasión. Primero los federales, demostrando falta de respeto al recinto donde trabajan, pero además a cada ciudadano que voto por ellos; luego los estatales, quienes no se quedan atrás, ni en Tamaulipas ni otros Estados; dejarles los reflectores sólo a los de San Lázaro no es posible, tanto que los de aquí una vez se convirtieron en noticia nacional, lo peor es que ni originales son y de imitadores no pasan. Original y significativo hubiese sido que utilizaran el poder de las palabras para exigir los acuerdos razonados, necesarios y hacer cumplir la ley según sus peticiones. Pero no, eso sería una sorpresa, en cualquiera de los dos niveles, estatal o federal. Prevalecer la ley, el orden y la representación que invisten no es para ellos; no sé para qué el sueldo que perciben y los bonos que se “ganan” con el sudor de su trabajo, seguro para otra cosa.
Seguramente muchas veces las votaciones no privilegian los acuerdos justos y las decisiones presentadas al final del día son tendenciosas o particularizan intereses, nadie tiene la verdad absoluta; pero la forma es fondo así que no sólo vale tener la razón, es necesario encontrar la forma adecuada para hacerla valer, eso es preponderante. Expresar y exigir a través de argumentos fundamentados, con conocimiento de causa y respeto a quienes no opinan lo mismo o están tomando las decisiones de manera equivocada, es esencial.
Ya debería, desde hace mucho, ser requisito un nivel mínimo de preparación en áreas de política, legalidad y economía para aspirar a cualquier puesto de la función pública, háblese de organismos públicos o autónomos, que tengan relación directa a estos temas.
No es posible que quienes hacen las leyes que nos protegen no conozcan de derecho, de políticas públicas o no sepan ni a cuanto equivale el 15%. Sería bueno ir tomando las estrategias de las exitosas empresas, pequeñas o grandes, mexicanas o extranjeras, pero que buscan para trabajar en ellas, personas capaces y con un mínimo de estudios, como licenciaturas o maestrías con buen manejo del ingles, o de programas de computo y otras habilidades y conocimientos, por citar ejemplos para los altos mandos. Y para los jóvenes abrir las oportunidades de comenzar, de desarrollarse y de estudiar para crecer según las aptitudes, abrir programas trainees en donde es valorada la capacidad, los sueldos son decorosos, el trabajo fuerte y la experiencia que se va adquiriendo permita el crecimiento real. Cada quien en su área, según sus especializaciones, según sus cualidades y en muchos casos también la experiencia. ¿Por qué no podemos aspirar a la profesionalización en las funciones públicas? ¿Será por los compromisos e intereses personales que prevalecen sobre aquellos que atañen a la sociedad? Pero, que podemos pedir, si hay Alcaldes que escriben “Fabor de labarse…” ( y hasta son profesores… sí, aquí, en Tamaulipas, en las comunidades pequeñas), si los hombres y mujeres que hacen nuestras leyes, las defienden o las hacen cumplir, entienden el camino de los acuerdos a través de los moquetazos, las barricadas (como si estuvieran en un motín, en las calles) y las mentadas. ¿Pero que podemos pedir si como ciudadanos aceptamos esta mediocridad y con el paso de los días hasta nos parece graciosa?
Animalitos del campo, fauna en celo; ellos que culpa tienen, he sido injusta en utilizarlos como referencia, ellos actúan según su naturaleza y cumplen con sus leyes, sin malicia, sin maldad y sin egoísmo. Los otros, no.
Seguramente muchas veces las votaciones no privilegian los acuerdos justos y las decisiones presentadas al final del día son tendenciosas o particularizan intereses, nadie tiene la verdad absoluta; pero la forma es fondo así que no sólo vale tener la razón, es necesario encontrar la forma adecuada para hacerla valer, eso es preponderante. Expresar y exigir a través de argumentos fundamentados, con conocimiento de causa y respeto a quienes no opinan lo mismo o están tomando las decisiones de manera equivocada, es esencial.
Ya debería, desde hace mucho, ser requisito un nivel mínimo de preparación en áreas de política, legalidad y economía para aspirar a cualquier puesto de la función pública, háblese de organismos públicos o autónomos, que tengan relación directa a estos temas.
No es posible que quienes hacen las leyes que nos protegen no conozcan de derecho, de políticas públicas o no sepan ni a cuanto equivale el 15%. Sería bueno ir tomando las estrategias de las exitosas empresas, pequeñas o grandes, mexicanas o extranjeras, pero que buscan para trabajar en ellas, personas capaces y con un mínimo de estudios, como licenciaturas o maestrías con buen manejo del ingles, o de programas de computo y otras habilidades y conocimientos, por citar ejemplos para los altos mandos. Y para los jóvenes abrir las oportunidades de comenzar, de desarrollarse y de estudiar para crecer según las aptitudes, abrir programas trainees en donde es valorada la capacidad, los sueldos son decorosos, el trabajo fuerte y la experiencia que se va adquiriendo permita el crecimiento real. Cada quien en su área, según sus especializaciones, según sus cualidades y en muchos casos también la experiencia. ¿Por qué no podemos aspirar a la profesionalización en las funciones públicas? ¿Será por los compromisos e intereses personales que prevalecen sobre aquellos que atañen a la sociedad? Pero, que podemos pedir, si hay Alcaldes que escriben “Fabor de labarse…” ( y hasta son profesores… sí, aquí, en Tamaulipas, en las comunidades pequeñas), si los hombres y mujeres que hacen nuestras leyes, las defienden o las hacen cumplir, entienden el camino de los acuerdos a través de los moquetazos, las barricadas (como si estuvieran en un motín, en las calles) y las mentadas. ¿Pero que podemos pedir si como ciudadanos aceptamos esta mediocridad y con el paso de los días hasta nos parece graciosa?
Animalitos del campo, fauna en celo; ellos que culpa tienen, he sido injusta en utilizarlos como referencia, ellos actúan según su naturaleza y cumplen con sus leyes, sin malicia, sin maldad y sin egoísmo. Los otros, no.
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